La Asociación Carpio-Pérez trabaja con la comunidad masai de Tanzania, centrando su atención en las mujeres viudas de la región de Arusha.
Actualmente concentramos nuestra actividad en la aldea de Lepurko, dando por finalizados los proyectos en las aldeas de Arkaria, Lendikinya y Eluwai.
En la actualidad son más de 550 viudas y se estima que hay unos 2.000 niños, hijos de estas mujeres, todos viviendo por debajo del umbral de la pobreza.
Antes de la existencia de Eretore, los niños se encontraban en una situación de vulnerabilidad con grandes cargas de trabajo y responsabilidades a pesar de su corta edad.
A edades tan tempranas como los 5 años, salen de sus hogares por la mañana, deambulan, trabajan de sol a sol sin nadie que se ocupe de ellos y sin ningún tipo de alimento. Las responsabilidades que tienen son abrumadoras, incrementándose considerablemente en el caso de las niñas.
Durante los años en los que la fundación ha sido donante único en Eretore las clases se impartían por profesores locales, de etnia Masai en su mayoría, (algunos de ellos fueron becados por la FCP para obtener su formación como profesores) y era la FCP quien pagaba sus sueldos.
Estos profesores, además, han recibido formación adicional por parte de los voluntarios de la FCP que viajaban desde España (maestros, psicólogos, logopedas, etc.) y les enseñaban nuevas formas de trabajar.
Una vez que los niños llegan al colegio desde sus bomas (algunos recorren hasta 6 kilómetros andando) se reúnen junto a las banderas y se hace una pequeña ceremonia en la que los niños participan y se canta el himno nacional y el del colegio.
Después, cada clase va a su aula y reciben clases hasta la hora de comer. Más tarde, los más pequeños duermen para descansar antes de emprender la dura vuelta a casa.
Los mayores, retoman las clases y al finalizar regresan a casa, donde les esperan tareas domésticas a las niñas y ayuda con los animales a los niños.
2 aulas de infantil.
7 aulas de primaria.
1 biblioteca.
1 sala de profesores.
1 despacho para el director.
2 despachos para el director de la contraparte.
1 cocina-comedor.
Filtros potabilizadores.
Tanques de 5000l. de capacidad para recolectar agua de lluvia.
1 casa de profesores con 10 habitaciones con baño incluido.
1 bloque de 8 letrinas para los alumnos.
Zona de juegos con parque infantil.
Campo de fútbol y baloncesto.
2 casas dormitorio con capacidad para 40 estudiantes cada una.
200 acacias plantadas en todo el terreno del colegio.
Vallado de toda el área escolar.
Garita de seguridad.
Escolarización gratuita.
Alimentación y agua potable para niños de familias muy vulnerables, desde los 5 años hasta finalizar la primaria.
Atención médica, incluida vacunación de todos los estudiantes y personal.
Intervenciones quirúrgicas de estudiantes por cirujanos de renombre internacional y que les permitió poder volver a andar.
Implementación de la educación formal enfatizando el trabajo en la potenciación de habilidades individuales y sociales de los alumnos.
El colegio fue reconocido como colegio oficial por el gobierno tanzano en el año 2018 y en 2020, en los primeros exámenes oficiales nacionales como colegio, los resultados de Eretore fueron excepcionales quedando entre los mejores tanto a nivel nacional como regional.
Confiamos en que el colegio Eretore continúe muchos años dando educación y alimento de forma gratuita a muchas generaciones de niños Masai sin recursos. Y, si en algún momento la comunidad nos necesitara de nuevo, la FCP volvería a coger las riendas para que Eretore siga siendo el colegio que entregamos en 2020, un colegio donde se ha educado en la igualdad, en el respeto y en la importancia del amor incondicional a los niños.
Cuando el marido muere, la viuda masai pierde todas sus propiedades y queda al amparo de la caridad de sus familiares.
Desde la fundación Carpio-Pérez, no solo ayudamos a estas viudas a subsistir encontrando formas de autoabastecerse generadoras de ingresos, sino a organizarse en grupos para que juntas defiendan sus derechos y así, obtener más peso y reconocimiento social.
Para una viuda, tener una cabra significa pasar de no tener nada a tener leche que consumir o vender, a tener cabritillos que en poco tiempo darán leche o que podrán vender.
Una cabra es “un sueldo para toda la vida”.